El acné es una afección inflamatoria de la piel que solemos relacionar con la adolescencia. Sin embargo, es común que los brotes continúen apareciendo en la adultez por distintos factores como bacterias, hormonas, medicinas o incluso estrés.
A pesar de que se trata de una enfermedad frecuente, aún existen diferentes mitos en cuanto a su aparición y tratamiento. Por ello, en este artículo te compartimos algunos de ellos para aclararlos. ¡Presta atención!
¡La hidratación es vital para cualquier tipo de piel! Sin importar que tengas problemas de acné utiliza una crema hidratante diariamente para lucir fresco, joven y radiante. Contrario a lo que muchas personas creen esto no genera mayor producción de sebo.
Sin embargo, te recomendamos mantener una rutina de limpieza facial y que adquieras cremas que se adapten a las necesidades de tu piel con fórmulas específicas para tratar los granitos.
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Maquillarte con los productos adecuados cada vez que desees no provocará que tu acné empeore. Sin embargo, asegúrate de retirar correctamente el maquillaje y seguir una rutina de limpieza específica para tu tipo de piel.
De hecho, según el doctor Ramírez de la revista digital española Telva, existen cosméticos no comedogénicos que puedes utilizar de forma segura, ya que están diseñados para pieles grasas y no obstruyen los poros.
Es probable que hayas escuchado este mito en más de una ocasión, pero la verdad es que no producen el acné de manera directa. Sin embargo, si observas incremento de brotes luego de consumir chocolate, es debido a que contiene grandes cantidades de índice glucémico. Este componente también lo podrás encontrar en pan blanco, manías, azúcar o la mayoría de cereales procesados.
Es común que las revistas de moda, los programas de televisión o los sitios web enfocados en belleza conviertan la exfoliación en parte esencial de la rutina para el cuidado de la piel y tener un cutis espectacular. Y no ponemos en duda su capacidad para eliminar impurezas y células muertas, pero puede provocar un efecto negativo en la piel con tendencia al acné.
Esto se debe a que puede resultar agresivo para tu piel, lo que da lugar a la propagación de bacterias, producir irritación e incluso puede generar más acné, según lo indica la revista ELLE. Te aconsejamos no exfoliar tu piel más de dos veces a la semana.
En pequeñas dosis, los rayos UV son una fuente excelente de vitamina D y una forma de darle ese toque bronceado a tu piel. Es posible que notes que la apariencia de los brotes mejora a medida que te bronceas. Pero lo cierto es que solo se trata de un efecto de resequedad en la piel que tiende a oscurecer los granitos. Una exposición prolongada al sol únicamente te causará mayor producción de sebo y agravará el problema.
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Nuestra recomendación final es que visites a tu dermatólogo de confianza para que te brinde el tratamiento adecuado. Ten en cuenta que los diagnósticos tempranos pueden ser claves para evitar problemas mayores.
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